La vitamina C, también conocida como ácido ascórbico-L, es una vitamina soluble en agua. A diferencia de la mayoría de los mamíferos y otros animales, los humanos no tienen la capacidad de sintetizar la vitamina C y deben obtenerla de la dieta.
La vitamina C es esencial en numerosas reacciones enzimáticas, como la síntesis de colágeno y de carnitina.
El colágeno es la proteína que favorece la elasticidad de la piel y tonifica el soporte estructural, luchando eficazmente contra las arrugas.
La carnitina se necesita para derivar energía de la grasa y favorece en consecuencia la perdida de peso igual que buenos niveles de energía (ayuda a combatir la fatiga).
La vitamina C es un potente antioxidante, protege a las moléculas indispensables para el cuerpo como las proteínas, los lípidos (grasas), los carbohidratos y los ácidos nucleicos (ADN y ARN), del daño causado por los radicales libres que se generan durante el metabolismo normal y por la exposición a toxinas y contaminantes (medicamentos, tabaco, polución…).